Leí (I)

Feria del Libro de Madrid © G. Serrano.

Leí (I)
¡Gracias Margo Glantz por ser la inspiración de este ejercicio de memoria y contra el olvido!


Leí cierta novela que se desarrolla durante la Guerra de Castas, allá por 1847 en la península de Yucatán. Recuerdo que Fitzpatrick, un médico irlandés, quedó sorprendido por la bravura y valor de los indígenas, quienes a pesar de las circunstancias siempre se mantuvieron fieles a su lucha.

Leí sobre la leyenda del Huay Chivo y del Huay Chup.

Leí a Guillermo Bonfil Batalla y comprendí a qué se refiere cuando habla de la “rica gama de conocimientos que son producto de la experiencia milenaria del México profundo”.

Leí Pensar el 68. Más que el título de un libro, este debería ser un acto consciente de todo mexicano.

Leí aquella expresión de José Revueltas con la que saludó a sus compañeros de lucha al llegar a Lecumberri: “Ahora sí cabrones, ya somos presos políticos”.

Leí en otro libro que la familia Revueltas, de talentos innatos, nació en el pequeño poblado de Santiago Papasquiaro. Con esa lectura supe de Fermín Revueltas, pintor y muralista de la Revolución Mexicana, y de Rosaura Revueltas, bailarina y actriz que trabajó en Alemania con Bertolt Brecht.

Leí la historia tan peculiar de la Niña Olguita y Juan Soldado. Acabo de caer en un lugar común, toda historia tiene sus peculiaridades.

Leí de la esclavitud en el México del Porfiriato. No olvido aquella expresión socarrona de John Kenneth Turner: "¿Esclavitud? ¿Quieren hacerme creer que todavía hay verdadera esclavitud en el hemisferio occidental?, ¡Bah!".

Y también leí del exterminio de los yaquis…

Leí que el FBI (Federal Bureau of Investigations) intervino su teléfono, leyó sus cartas y revisó su basura. Einstein les decía: “lo único que yo tengo de anormal es mi curiosidad”.

Leí: “¿No tienes enemigos? ¿Cómo que no? ¿Es que jamás dijiste la verdad, ni jamás amaste la justicia?” Santiago Ramón y Cajal.

Leí la crónica de viaje de Hernán Lara Zavala. Efectivamente, es un retorno al origen, un álbum de recuerdos, un recorrido histórico y anecdótico. Sólo agregaría que también fue un agradable descubrimiento.

Leí a un gran conversador, alguien que escribe sus libros para charlar con la gente. Eduardo Galeano habla del amor valiéndose de la economía, la política, la estadística y la historia.

Leí del “hombre-masa”, ese que Ortega y Gasset considera como el resultado de “un mundo sobrado de posibilidades (que) produce automáticamente graves deformaciones y viciosos tipos de existencia humana”.

Leí que “quien lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. ¡Sabio Quijote el de Cervantes!

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