México, Bishop y el arte de perder


Fotografía: AP

Pongamos en alto la frente, sintamos el orgullo. 

Los mexicanos, como la escritora Elizabeth Bishop, nos especializamos en el arte de perder. “El arte de perder se domina fácilmente; tantas cosas parecen decididas a extraviarse, que su pérdida no es ningún desastre”, nos dice la ganadora del premio Pulitzer de poesía en 1956. Tiene razón. En el 68 perdimos a los estudiantes, esas aves que no se asustan de animal ni policía, que rugen como vientos, que son la levadura del pan que saldrá del horno. Los estudiantes a quienes Violeta Parra y Mercedes Sosa siempre cantaron. En la década de los años setenta, durante la Guerra Sucia en México, extraviamos a líderes sociales como Rosendo Radilla, y en el sismo de 1985, la negligencia se llevó alrededor de 1600 costureras, según reportes de la prensa. 

“Pierde algo cada día. Acepta la angustia de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano. El arte de perder se domina fácilmente”, insiste la poeta estadunidense. Nosotros también. 17 campesinos muertos en 1995 en el poblado de Aguas Blancas y, dos años después, 45 indígenas tzotziles en el de Acteal. “Lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar. Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre”. Tampoco las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez o en el estado de México ni la ausencia de los 49 niños de la guardería ABC en Hermosillo; mucho menos los ilocalizables 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos en Ayotzinapa, Guerrero o los más de 150 mil muertos y 26 mil desaparecidos por la guerra contra el narcotráfico que contabilizan diversas organizaciones civiles. 

Perder más lejos, perder más rápido, es parte del entrenamiento. Bishop perdió el reloj de su madre y dos ciudades hermosas. Nuestro país, las voces de Gregorio Jiménez (Notisur, Veracruz), Norberto Herrera (Canal 9, Zacatecas), Octavio Rojas (El buen Tono, Oaxaca), Atilano Román (Así es mi tierra, Sinaloa) y Antonio Gamboa (Nueva Prensa, Sinaloa), todas documentadas por la organización internacional Artículo 19 en Estado de Censura 2014, informe y diagnóstico del ejercicio de la libertad de expresión en México. En 2015, van 7 periodistas asesinados, incluido el fotoperiodista de Proceso, Agencia Cuartoscuro y AVC Noticias, Rubén Espinosa, quien abandonó Veracruz para refugiarse en el Distrito Federal tras ser intimidado, evidentemente, por su labor profesional en aquel estado. “El arte de perder se domina fácilmente”. El 2 de agosto pasado, con Rubén, igual se fueron la gestora cultural y activista Nadia Vera, la maquillista Yesenia Quiroz, la estudiante Simone o Nicole y Alejandra, empleada doméstica. 

Así, otros colegas, algunos de ellos miembros de la Red Latinoamericana de Colectivos Fotográficos, se entrenan de la misma forma que los defensores de derechos humanos y miles de familias y millones de ciudadanos. La articulista para The New Yorker lo hizo con la partida de su querida amiga Marianne Moore y con “…algunos reinos que tenía, dos ríos y un continente”. Los extrañó, pero no fue un desastre. 

Sin embargo, están quienes necesitan más horas de adiestramiento y preparación. Aquellos que, como el escritor Roque Dalton, piensan que sus venas no terminan en ellos, sino “en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan, la poesía de todos”. Obcecados que desafían a Bishop y al sistema, al recuento de datos y a la indiferencia, a ustedes y a mí. Los que escriben, pintan, fotografían, denuncian o enseñan, porque saben lo que es perder algo que importa. 

¿Una vida nos importa? ¿Aún es México tan significativo como para recuperarlo?

Artículo publicado originalmente en La Jornada Maya, el 07 de agosto de 2015.

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